Sobre Helena

Manifiesto — Helena Rivera
Lo imperfecto revela lo humano.
Lo humano, cuando se abraza, se vuelve sagrado.
Pinto con el pulso bajo y los sentidos abiertos. Uso pocos colores—verdes que sosiegan, arenas que respiran, grises que aquietan—porque cedo el protagonismo a la textura. Como en la vida, lo sutil contiene lo trascendente: hay que acercarse para leer las cicatrices y los relieves que cuentan la historia.
Busco la belleza en la tensión: la aspereza contra la seda, lo gastado frente a lo eterno. Dejo que los materiales viejos hablen; no borro manchas ni huellas. Ahí late mi carácter.
Trabajo en dos ritmos:
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Control intuitivo: trazos firmes, geometrías densas, precisión sin miedo a fallar.
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Instinto libre: líneas que corren solas, símbolos que emergen, palabras que se encienden y se desvanecen.
En ambos, el pensamiento pasa por el cuerpo antes de volverse forma.
Pinto escuchando el espacio. No adorno, converso. Cada obra se ancla en su entorno y, a la vez, lo desdobla: abre un respiro donde la mente puede quedarse quieta.
Lenguaje del lugar
Así como el terroir le da carácter al vino, mis obras llevan impreso su lugar de origen: mi estudio, mis herramientas, mi estado emocional, mis recuerdos. Cada trazo habla de una época interna y externa. Ese “estar en algún lugar” se convierte en un lenguaje visual. Mis pinturas son gestos humanos. Y cuando se encuentran con otras miradas, se completa el diálogo. Allí empieza lo más bonito: lo íntimo. Lo que sana. Lo que se comparte sin decirlo todo.
Sensibilidad orgánica
El arte tiene el poder de devolverle alma a los espacios. De volverlos humanos. Trabajo con paletas que respiran naturaleza, formas que evocan lo que ya reconocemos sin saber por qué. Esa familiaridad calma. Ancla. Nos regresa.
Anclaje espiritual
Títulos de salmos y proverbios guían mis lienzos. No ilustro la fe; la vivo en cada gesto. Cada cuadro es una oración matizada de preguntas.
Creo que, al igual que nosotros, las capas ocultas del arte guardan su verdadera fuerza.
Entre la claridad y la penumbra,
entre lo que fuimos y lo que aún podemos llegar a ser.
— Helena Rivera